martes, 8 de octubre de 2019

Eneatipos










-¡Buenos días! - grita mi loro, todas las mañanas lo mismo, así no hay quién se despierte de buen humor.

Le tiro una almohada, pero el la esquiva y vuelve a gritar con su voz estridente.
-¡Buenos días!

Me levanto ya que no hay forma de que vuelva a dormir, y me voy al baño a prepararme.

Escucho decir a mi madre como a su hija la habían aceptado en la escuela de elfos, y cómo triunfará en la vida.

Nunca quise ir, siempre fue ella, fue su sueño frustrado, así que lo vivo yo.

Mete mi almuerzo en mi bolsa y se despide de mí con un -¡Suerte!

Empiezoa saltar por los árboles, sentir la brisa como roza mis puntiagudas orejas, cómo se mueve mi pelo rojo y enmarañado a causa de la velocidad del viento.

Veo que muchos elfos de diferente estatura y aspecto van en misma dirección.

No conozco a nadie todos son elfos de grandes árboles y yo soy de un pequeño tronco, viejo.

Aún no sé cómo pudieron aceptarmen  en tal prodigiosa escuela.

Veo por el horizonte, van haciéndose más enorme un árbol frondoso, esa es la escuela, agarró mi cuello no puedo tragar saliva, estoy demasiado nerviosa.

Nos colocan a todos en fila para poder catalogarnos para hacer el examen principal.

Unos soldados, con grandes armaduras nos dirigen a la zona de tiro.

Nos dieron unos arcos, 5 minutos teníamos para completar el examen y acertar las 10 dianas en los pájaros adiestrados.

mi respiración empezó a celebrarse cuando empecé a adentrarme en el bosque, tenía que acertar sin fallar a 10 días con gente como yo no nos prueban por que sí.

Me di cuenta, este bosque lo conocía como la palma de mi mano sus árboles, sus rocas todo.

Conocía cuáles eran los atajos podría conseguirlo solo te voy a llevar las dianas a la meta.

Éramos tres, estábamos al mismo nivel corrí lo más rápido posible, clavé las dianas en la tierra.

Observaba a los examinadores sus miradas inexpresivas y una sonrisa apareció.

Había aprobado.