miércoles, 18 de marzo de 2020

La plaza desierta, mi respiración entrecortada tenia todo mi cuerpo por el dolor.

Acababan de matar a mi padre por romper una norma, no había hecho daño a nadie. Mis ojos empezaron a escocerse, mi visión a nublarse, no quería no debía llorar, no debía mostrar debilidad ante nadie.

Solo eres una paria, no eres nada importante, solo eres una vergüenza para tu raza.

-Bienvenida ultima heredera ...- levente la vista de ese pequeño atril de piedra con la ranura en forma de mano la cual hizo que encajara perfectamente junto con la mía.

No entendí porque de tantas recuerdo tuvo que venir a mi mente exactamente es

Un temblor enorme hizo que mis pensamientos se disiparan como el humo y prestara atención al interior del santuario, sus puertas iban a abrirse.

Estaba emocionada,    un santuario el cual ni los monjes mas sabios de Olmo saben como entrar y una simple paria iba a verlo.

Al fin se abrieron las puertas pero solamente dejo descubrir una pequeña espacio que había allí dentro y un temblor mas grande empezó a nacer en el interior del santuario.

El suelo empezó a bajar lentamente, mi respiración a acelerarse por el miedo habría hecho hecho que mis piernas se congelasen completamente.

No se el tiempo que estuve bajando, para mi el tiempo estaba congelado.

Luz azul todo estaba oscuro pero de repente una sala enrome donde no se veía fin apareció ante mis ojos.

Piedras de luz en las paredes iluminaban la sala donde en todo el centro estaba el lago azul donde el antiguo guerrero despertó de su sueño y fundó la ladea.

-Bienvenida - esa voz voz de nuevo volvió a aparecer en mi mente

-Quien eres? Como que heredera 

-Tranquila...yo puedo explicarlo

Una voz distinta apareció en la sala formando un eco enorme. Era una voz la cual había conseguido olvidar después de mucho años.

-Papa´...?

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